Sobre los símbolos

Una anécdota

Sucedió en un congreso de arte y ciencia, hace ya más de una década. Uno de los ponentes lanzó al aire la siguiente pregunta, desprovista de contexto:

- ¿Alguno de ustedes sabe quién fue Rosa Parker?

Nadie respondió. El ponente, tras afearnos la conducta sobre nuestra ignorancia, nos iluminó:

- Rosa Parker fue una pionera de los derechos de los negros en EEUU, y debería darles vergüenza no conocer su historia.

Procedió, pues, a explicar su historia. Cómo Rosa, una joven negra, se sentó en un asiento de autobús destinado para blancos en los últimos años de la segregación.

Sólo había un problema. No se llamaba Rosa Parker, sino Rosa Parks.

Y es que Rosa, para este señor, era poco más que una anécdota, una nota al pie. Rosa Parker, Rosa Parks, Rosa-la-del-bus. Fuimos lo suficientemente corteses de no corregirle, pero es fácil imaginar que su respuesta hubiese sido algo del tipo:

- Parks o Parker, ¿qué más da?

La bronca por desconocer su no-nombre, nos la comimos igual.

Aprovecho para recomendar

Esta anécdota me ha venido a la cabeza, en formato flashback, mientras escuchaba la temporada 3 del magnífico podcast "De eso no se habla".

Trata, precisamente, sobre cómo se construye un símbolo histórico... y lo poco o nada que importa la realidad una vez que el símbolo cobra entidad propia.