Es hora de quitarse el pasmo
Posted on Sun 09 March 2025 in Blog
Tengo la mala suerte de haber estudiado física durante el apogeo de The big bang theory, esa serie protagonizada por estudiantes de física1, cada cual más inadaptado que el anterior2.
Durante muchos años fui muy beligerante contra el estereotipo del estudiante de ciencias absorto en su mundo, rayano en el autismo y, ante todo, incompetente social. Luego empecé el doctorado, visité varias facultades de matemáticas de Europa y... en fin... dejé de ser beligerante.
Me da rabia reconocerlo, pero el estereotipo tiene mucho de verdad: hay mucho pasmao en la universidad.
Espero que no se me ofenda nadie. Lo digo con cierto cariño. Yo mismo tengo comportamientos de pasmao en ciertas situaciones. Pero es bueno ser consciente, porque el pasmo, amigos puede ser dañino.
Asignatura troncal: literalidad en los billares
Para solucionar esto propongo, medio en serio medio en broma, la siguiente asignatura troncal en todas las carreras, especialmente en las de ciencias. El aula es una sala de billar, con cuatro o cinco actores con pinta de macarras jugando. Los estudiantes entran de dos en dos, y deben echar una partida en la única mesa libre. Pero la partida no es lo importante, sino la interacción con el resto del elenco. En un momento dado, llega el examen: uno de los actores pregunta a los estudiantes algo como:
- "Eh, ¿te gusta mi gorra?"
o alguna impertinencia similar.
Hay dos formas de aprobar: salir corriendo o soltar la primera hostia.
Hay una forma de suspender por todo lo alto: empezar a hablar sobre la gorra, evaluando sus pros y contras. Buscando referencias recientes incluso.
Lo sé, lo sé. Sueno como uno de esos alcohólicos que afirman conocer la "universidad de la vida". Pero de verdad creo que algo así enseñaría una valiosa lección:
La mayoría de la gente no siempre dice lo que piensa. Y aún así, la mayoría de la gente se entiende a base de sobreentendidos.
Dato mata relato (y otras falacias)
El análisis racional es una forma (de muchas) de entender el mundo. Y ni siquiera tengo claro que sea mayoritaria.
Tenemos un ejemplo excelente en las recientes elecciones en los Estados Unidos de América. La campaña de los demócratas fue impecable desde el punto de vista del contenido. Tanto es así, que los republicanos llegaron a protestar públicamente porque los periodistas descubrían sus mentiras. Si el juego consistiese en ser fiel a la realidad, los demócratas hubieran arrasado. Pero sigamos hablando de la realidad: han perdido.
¿Será, quizás, que los republicanos se han comunicado con sus votantes a base de sobreentendidos? ¿Y cuáles podrían ser?
Desde mi prescindible opinión de sociólogo de taberna, sus resultados se explican no tanto desde la sociología como desde la primatología. Y no, no es un insulto. Al contrario, por desgracia es un halago enorme para los que han diseñado la campaña, pues saben algo que se les escapa a casi todos los doctores que conozco: somos primeramente un animal social, y luego, si y sólo si quedan energías, racionales.
Los éxitos de personajes como Trump o Milei, que nos parecen un fenómeno típicamente del siglo XXI, casi futurista, descansan sobre una realidad antiquísima. Tanto Trump como Milei responden al arquetipo del iluminado, del profeta antiguo, del líder por derecho divino. El mono Alfa.
Si son un fenómeno viejo, ¿por qué hay tantos ahora? Mi hipótesis es la siguiente: La principal desventaja del iluminado es que sólo convence en las distancias cortas, y que nunca ha gozado de buena prensa en los medios tradicionales. Sin embargo, esto ha cambiado con la explosión de las redes sociales como principal fuente de información para una mayoría de ciudadanos. Estos iluminados nos hablan, con extraordinaria eficacia, desde el par de palmos de distancia que separan el smartphone de nuestra cara.
Para un iluminado el histrionismo, la arrogancia, e incluso la fealdad resultan ser una ventaja. El iluminado desmonta los datos a través del relato, con mayor eficacia cuánto más grosero y falaz es este último. El dato, la realidad, importa poco o nada.
Vienen curvas.
Elegimos mal siglo para ser platónicos.
Es hora de quitarse el pasmo.
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Al menos por aquel entonces los actores aún tenían edad de ir a la universidad y daban un poquito menos de grima que en las últimas temporadas. ↩
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Se habla a menudo de la histórica falta de referentes femeninos entre los científicos de ficción y su posible impacto en la elección de una carrera profesional entre las estudiantes. Se debería hablar también de los referentes masculinos... porque tela. ¿O acaso conocéis a algún chaval que diga: "Yo de mayor quiero ser gilipollas como Sheldon Cooper"? ↩